LOS SIETE MALES

Sabía que ella había sido tocada por la sombra mortífera que nos ataco aquella mañana. Pero lo que no sabía es que ahora estaba infectada con los siete signos del mal.

Cuenta la leyenda que al principio de los tiempos, justo antes de que el mundo fuera mundo, los dioses se peleaban cada uno por demostrar su grandeza frente a los otros. Así uno a uno realizaban actos demostrativos y llamativos para lograr sus propósitos. Uno de ellos creo la tierra, planeta azul, otro decidió mejorar dicho invento e introdujo los árboles y la vegetación, otro, queriendo mejorar a ambos creó otros planetas diciendo que eran mucho mejores, sin embargo a éste no prestaron mucha atención. Otro por querer hacer más aún, creó el sol, astro rey, el más grande y poderoso entre los demás, pero por su calor seria inhabitado. Todos seguían con sus ojos puestos en la tierra, así que otro dios, aprovechando el sol creo la luna y las estrellas para dar belleza al entorno. Pero aun así nadie había hecho algo más llamativo y maravilloso que lo que hizo el penúltimo de ellos: el hombre. Todos los demás admiraron su creatividad y gran ingenio para crear a tan maravilloso ser y pronto lo proclamaron ganador.

La reunión de los dioses se dio por terminada y cada uno de ellos volvió a sus tareas, pero faltó uno, el último, no le habían dado la opción de probar de lo que era capaz. Éste lleno de rabia y celos opto por destruir lo que los demás habían creado, pero antes de hacerlo, pensó que lo mejor seria destruir solo al ganador. Fue así como creo los siete signos del mal, cada uno dirigido al hombre para su destrucción.

Fueron enviados a la tierra pero se dispersaron, su primer intento había fallado. Entonces impotente y con más ira, lanzó una nueva maldición y juró que algún día, los siete signos se juntarían y destruirían a la humanidad.

Muchos milenios han pasado y contrario a muchas creencias los siete signos eran reales, ya había prueba de la existencia de seis de ellos. Cada uno fue encontrado por una cultura diferente, pero aquella mañana, cálida y fresca, cuando nos encontrábamos en el parque, Margaret y yo, descubrimos el séptimo.

Quisimos tallar nuestros nombres en un árbol, cortamos un pedazo de corteza y sin más allí apareció. Tenia la forma de una moneda de oro y era resplandeciente, pero pronto notamos que el cielo comenzó a cambiar y una sombra fría y oscura se acercaba a nosotros, dejamos allí la moneda y corrimos, pero la sombra continuaba siguiéndonos. Así nos internamos en un pequeño bosque y al tratar de atravesarlo Margaret callo dejándose alcanzar por la sombra que simplemente pasó sobre ella.

En realidad no sabíamos lo que habíamos desencadenado, ni las consecuencias que este día traería para nosotros...